Siempre terminaba molesto después de tener sexo con él. No cansado, exhausto ni ansioso. Molesto.
Shizuo Heiwajima no podía definirse en otra palabra cada vez que salía de la habitación.
Y obviamente Izaya se sentía insultado: ¿Acaso no era lo suficiente bueno? ¡Claro que lo era! Le constaba.
Pero como siempre, nunca podría descifrar ese modus operandi tan ambiguo del mayor. ¿Si le disgustaba tanto por qué se tomaba la molestia de seducirlo y arrastrarlo a un cuarto? De besarle la boca si cada vez que se encontraban era un infierno en la tierra, si cuando sus cue